Juan Miguel Alcántara Soria

¡INE, larga vida! Mi rol en su creación

Por Juan Miguel Alcántara Soria

La votación en Cámara de Diputados la semana pasada logró que México siga contando con un árbitro electoral autónomo, confiable, al votar a cuatro ciudadanos con credenciales suficientes para ser consejeros electorales del INE -ni del gobierno ni de los partidos-. “Golpistas” llamó Porfirio Muñoz Ledo a morenistas que querían descarrilar proceso; aparte acusaciones obsesivas de fraude del presidente López -jamás probadas-: frenados.

El IFE, hoy INE, es y será, factor determinante de: (1) la legitimidad de origen, (2) la representatividad de la pluralidad y (3) de la gobernanza del país. El trabajo previo del Comité Técnico de Evaluación fue generador del consenso alcanzado para votar a quienes conducirán próximos procesos ciudadanas: 2021, 2022 (revocación de mandato) y 2024, imperdibles. El INE es mucho más que la apetecida credencial de elector que en vísperas de mayoría de edad los jóvenes corren a tramitar para poder entrar en antros o adquirir alcohol, sin saber de la “sangre, sudor y lágrimas” qué hay atrás.

El IFE me es entrañable porque participé en el origen de la “mecánica del cambio político” de 1988 con la que en poco tiempo se logró la transición a la democracia, y a la alternancia electorales. La “génesis de la gran construcción institucional (con ADN panista) que permitió, apenas unos años después, eso que durante décadas pareció imposible: lograr comicios en los que se respetara la voluntad popular”, la narramos en el libro “Voto en Libertad” (M.A. Porrúa, 2009), en coautoría con Antonio Lozano.

De mis apuntes rescato fechas, testimonio de la vocación y circunstancia que me permitió ser protagonista inicial. (1) En la elecciones del 6 de julio de 1988, ganamos la mayoría en el distrito electoral 39º de la ciudad de México (Coyoacán-CU-Portales), los candidatos del PAN: Felipe Calderón, para asambleísta del DF, yo para diputado federal. En la elección presidencial hubo descarada manipulación de resultados orquestada por Bartlett. Manuel Clouthier, nuestro candidato presidencial, me pidió fuese su diputado representante ante el Colegio Electoral que calificaría la elección presidencial.

El 1º de septiembre recibimos último informe de M. de la Madrid. El 8 logramos que Clouthier compareciera ante Comisión de Diputados, dictaminadora, a hacer su alegato, donde alegó era anulable la elección presidencial por violaciones a derechos humanos y a la legalidad.

El 10 de septiembre, atento a encargo de Clouthier, presenté el voto particular de diputados del PAN, solicitando la nulidad de esa elección por acciones fraudulentas del voto popular demostradas en más del 20 % de los distritos electorales federales. La mayoría del PRI declaró válida la elección.

(3) El 16 de noviembre de 1988, el CEN  emite trascendental texto: “Compromiso Nacional por la Legitimidad y la Democracia”, declarando ilegítimo de origen a Salinas, y con realismo, dar opción moral de adquirir legitimidad en los hechos, actuando como gobierno de transición. El 1º de diciembre Salinas tomó protesta entre protestas y exterioriza al PAN su disposición.

(4) En Cámara de diputados presentamos antes de fin de año esquema constitucional que incluía credencial con fotografía y árbitro técnico confiable, entre otras.

El miércoles 11 de enero de 1989 nos entrevistamos con el Presidente Salinas: Luis H. Álvarez, Diego Fernández de Cevallos, Abel Vicencio, un servidor; le expliqué esquema.

En mayo 3 presenté en San Lázaro iniciativa de Código Electoral; el 19 de junio y el 10 de octubre expuse al presidente detalles de propuesta panista.

(5) El 18 de octubre votamos diputados bases constitucionales de nuevo sistema electoral. El 3 de abril de 1990 profundizamos análisis con el presidente. (6) Al fin, el 14 de julio votamos primer código electoral, el COFIPE, acta de nacimiento del IFE. Vino el consejo de Woldenberg, 1996-2003, ejemplar.

En incrementalismo o gradualidad (cláusula de gobernabilidad temporal) se hizo árbitro confiable, insustituible ¡Larga vida al INE!