Ay Dolores

La tragedia nos alcanzó y rebasó

Si desde el principio hubieran aceptado la efectividad del uso del cubrebocas tanto el presidente Andrés Manuel López Obrador como el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell…

Si desde el principio López Obrador se hubiera puesto un cubrebocas.

Si desde el principio López Obrador hubiera llamado a quedarse en casa, otro sería el panorama.

La pandemia se minimizó desde Palacio Nacional, cómo olvidar el llamado del Presidente a salir a restaurantes, a comer, a cenar. Cómo olvidar su renuencia a dejar las giras.

¿Y qué pasó? La tragedia nos alcanzó y rebasó, suman más de 115 mil mexicanos muertos víctimas de COVID-19, los hospitales tanto públicos como privados están saturados. Los medicamentos para atender a estos pacientes se empiezan a agotar.

El presidente conoce esta pesadilla, esta realidad, pero no ha actuado como debería actuar un verdadero líder preocupado por sus ciudadanos. Su inacción ya llamó la atención de la Organización Mundial de Salud, instancia que le ha hecho llamados para que se tome en serio la pandemia.

Ah, pero qué dijo al respecto López-Gatell, sostuvo que el llamado no era para el Gobierno, era para la población. Tristemente, el Gobierno culpó a los ciudadanos del gran problema.

Y tras nueve meses de pandemia, el presidente se dignó este lunes 14 de diciembre a solicitar a la población no salir de sus casas durante 10 días para intentar bajar la curva de contagios. Sin embargo, el presidente no pregona con el ejemplo, sigue sin usar cubrebocas, sale de gira los fines de semana y rompe la sana distancia. Una acción criminal.

El jefe de la Administración federal, además, intenta acaparar la compra de vacunas contra el COVID-19, con fines meramente electorales, porque sabe que su partido, Morena, no le entrega buenos resultados.

Ante el panorama adverso y pese a los magos desde el centro, entidades de la Alianza Federalista, como Guanajuato y Tamaulipas, impulsan desde hace meses la compra de vacunas para su población. Sin duda, una luz al final del túnel.

Y mientras los mexicanos mueren en los hospitales, el presidente López Obrador inaugura un camino rural de 6.5 kilómetros en Oaxaca, que costó 28 millones de pesos.

¡Lo bueno es que ya no hay corrupción!

¡La tragedia nos alcanzó y rebasó!