Juan Miguel Alcántara Soria

Huellas de victoria cultural, hoy treintañera

Por Juan Miguel Alcántara Soria

El Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (COFIPE) fue promulgado el 15 de agosto de 1990, va a ser 30 años. En octubre, el IFE-INE cumple 3 décadas. La CNDH, los cumplió también en junio pasado. Continente y contenido con insumos humanistas. Aquel, resultado de arduo proceso de discusión de paquete de iniciativas de reforma constitucional, de Código Electoral de los Poderes Ejecutivo y Legislativo de la Unión, y de adición de un capítulo al Código Penal, que presentamos en Cámara de Diputados, desde diciembre de 1988, y hasta julio de 1990 votamos, para lograr legitimidad de la nueva ley electoral. El “Compromiso Nacional por la Legitimidad y la Democracia” del CEN de Luis. H Álvarez fue carta de navegación.

Ahí exigimos un nuevo sistema electoral con componentes novedosos: Adoptar los derechos políticos como derechos humanos, protegidos como garantías individuales, vía juicio de amparo; prohibición y penalización de vieja práctica priísta de afiliación corporativa de trabajadores y campesinos (voluntaria o forzosa) a partidos, por ser el derecho de asociación política un derecho humano cuyo ejercicio es potestativo; prohibición y sanción penal de utilización indebida de los recursos públicos o empleo de servidores públicos para fines partidistas. Establecer al IFE como un Cuarto Poder: la “Soberanía popular en movimiento”; y demás órganos de dirección, ejecutivos, técnicos y de vigilancia, especializados, permanentes, profesionales y autónomos, responsables, imparciales, plenamente protegidos para vigilar la formación de partidos políticos; organización y prestación del servicio público electoral; tramitación de recursos administrativos de garantía para los derechos ciudadanos o de los partidos; vigilancia de las elecciones; cómputo objetivo de los votos.

La previsión de un Tribunal con plenitud de jurisdicción encargado del control de legalidad de todo el proceso, y  de la calificación de las elecciones. IFE y Tribunal, como órganos inmediatos del Estado mexicano, totalmente independientes de otros poderes y órganos. Creación y funcionamiento de un registro ciudadano,  rodeado de garantías que impidieran su falsificación, referente de la credencial de elector con fotografía, con efectos de cédula de identidad (ésta pendiente). Función y responsabilidad social de los medios de comunicación en materia política. Ubicación preferente de casillas en escuelas. Urnas de material transparente. Abrir integración del senado al sistema mixto. Iniciativa popular, referéndum, revocación; segunda vuelta en elección presidencial. Humanismo político actuante.

Actuábamos en tres pistas simultáneas: En Cámara de Diputados -en Comisión de Gobernación y Puntos Constitucionales, en Secretaría de Gobernación y, con el mismo presidente Salinas para destrabar procesos tortuosos de legisladores priístas. Al leer el COFIPE llamaba la atención novedad de técnica legislativa que tomé de la legislación española e insistí adoptar: Enumerar todos los párrafos de los 372 artículos. Por ser texto normativo más consultado por los mexicanos –con la Constitución y ley laboral-, y ser más didáctica dicha enumeración. Nunca más se han vuelto a enumerar todos los párrafos de un texto legal.

También de legislación española tomé el mecanismo de insaculación o sorteo de ciudadanos para integrar las mesas directivas de casilla, unidad básica e irreductible del IFE; debiéndose insacular  cada tres años un 20 % del total de electores, por sección; un volumen de involucrados capacitados que impide conspiraciones defraudadoras del voto popular (entiende, AMLO). El COFIPE se desdobló después en varias leyes con ADN panista. Vinieron después  reforma al 130 constitucional y reconocimiento de personalidad a las iglesias y a libertades religiosas (mi padre, en paz). “Victoria Cultural”, calificó Carlos Castillo Peraza. Instituciones, de todos ¡A cuidarlas mejor!