Cacería de brujas

Por  PIXEL INDELEBLE

Al Presidente no le cayó en gracia ser el primer mandatario al que le revocan una reforma, y como niño berrinchudo, se abalanza contra sus opositores y de paso impone una reforma minera para “nacionalizar” el litio.

Pero, López Obrador nunca olvida, no perdona y usa todo el peso del Estado para desquitarse de sus opositores; y fueron el líder de Morena, Mario Delgado y la senadora Citlalli Hernández quienes se convirtieron en “la mano izquierda” del mesías tabasqueño para castigar a los legisladores.

Son 223 diputados los que han comenzado a sentir la guerra sucia de políticos que no tienen capacidad de diálogo o de tolerancia, y que hoy llaman a los que votaron en contra como “traidores a la patria”.

Con el uso de este calificativo, los morenistas legitimizan la violencia para “eliminar” a sus adversarios, retornando así a la época de la Santa Inquisición, donde sin importar los hechos se aniquilaba al blasfemo.

En Guanajuato, las casas de enlaces y oficinas de los diputados federales del Partido Acción Nacional (PAN), fueron atacadas por gentes que se identificaron como morenistas liderados por Oscar Antonio Cabrera, regidor de Morena en la Administración de León.

Los simpatizantes pegaron propaganda política que usaron legisladores de Morena en el Senado, algunas con palabras agresivas e incitadoras a la violencia e intolerancia.

Esta campaña es una clara incitación al odio, y es lamentable y peligroso que sea financiada con recursos públicos y que además convoque a agredir a legisladores en un país donde la violencia esta incontrolable debido al lema de “abrazos no balazos”.

Una vez más, como buen dictador, López Obrador prefiere ver arder el país y exponer a sus rivales políticos en lugar de buscar el dialogo.

La unión de los legisladores para evitar reformas populistas que afecten al país, es una esperanza de que el rumbo pueda cambiar para bien de la nación y no sólo para satisfacer las fantasías de poder de un ejecutivo ególatra y rencoroso.