21 Ene Ante violencias, conduciendo con ojos en la nuca
Por Juan Miguel Alcántara Soria
El presidente conduce al país con los ojos en la nuca -y con anteojeras ideológicas, no evidencias científicas-. O si se prefiere, viendo más al espejo retrovisor. El caricaturista Paco Calderón lo ve con antifaz para dormir, montado al revés, con riendas en la cola de jumento de hacienda. De espaldas a la realidad. El jueves anterior lo confirmó al referirse a la crisis de violencia en Guanajuato. Repitió que la causa de esta es la “descomposición social” por la “menor inversión pública en salud, en educación, en bienestar”, y por el “contubernio de delincuencia con autoridades”. No entiende -no quiere ver-, que de la multicausalidad, causa principal de la explosión de violencia en últimos años en GTO -y en el país- es la disputa brutal entre grupos de delincuencia organizada, por el dominio territorial de mercados ilícitos (huachicol, cocaína, cristal, marihuana, metanfetaminas, armas, robos, secuestros, extorsión), y por el control de las rutas terrestres que atraviesan al estado, con origen o destino en Lázaro Cárdenas, Mich. Manzanillo, Ciudad de México, o la frontera con EU. El reclutamiento -forzado y no- de jóvenes para halcones, distribuidores o sicarios; las miles de ejecuciones, los centenares de desaparecidos; inhumaciones clandestinas, se deben a la delincuencia organizada (¡tarea federal desatendida!); y aquí y ahora, al cartel de Jalisco, sobre todo. Dijo que atiende la crisis porque hay “presencia de la Guardia Nacional y del Ejército” ¿Eso basta? Y que se está “marcando la línea divisoria entre delincuencia y autoridad. No a contubernios”. No capta bien los problemas de violencias –ni de salud, empleo o medioambiente-. Y los datos públicos sobre esas inversiones públicas en GTO lo desmienten.
Su acción principal de seguridad fue conformar la Guardia Nacional, que resultó un fraude a la Constitución y a la ciudadanía: Por militarizar la concepción, desarrollo y conducción de este cuerpo, contraviniendo a la Constitución. Por atender capricho de Trump, al destinar la tercera parte de fuerza a cuidar su muro fronterizo –el déspota le agradeció-. Por ser una guardia desplegada sin real coordinación con fuerzas locales. Es menos eficaz que la Policía Federal desaparecida. Es un espantapájaros para ladrones callejeros que atracan de día; no es amenaza a capos, sicarios ni asaltantes de noche. Inhabilitada para hacer inteligencia social con la ciudadanía de a pie, con la que nunca entra en contacto -la que es depositaria de información criminal relevante, e indispensable en toda estrategia eficaz-. La única línea de su Estrategia Nacional de Seguridad pertinente para lo local era la propuesta del Modelo Nacional de Policía de Proximidad, que se quedó en palabras: sin fondos ni alineamiento eficaz. Sus paradigmas de “abrazos, no balazos”, de “becarios, no sicarios” – absceso electorero-, su descarada actitud con capos y delincuentes amigos, familiares o de cuello blanco, de “Don Amlo y su pandilla”, son afrenta. Más para víctimas. Engaño y daños se agravan en todo el país, Evidencias son los números del Sistema Nacional de Seguridad Pública, del INEGI, o de SEGOB sobre desaparecidos y fosas clandestinas.
Claro que el primer orden de gobierno en GTO también debe: solo 6/42 ayuntamientos, se esfuerzan en lograr capacidades policiales honrosas, y con insuficiente visión preventiva y de participación social. La Fiscalía y la secretaría de seguridad estatales son impotentes; urge cambiar tripulación. El presidente habló de contubernios de autoridades. Su Fiscal debe judicializar sus datos contra delincuencia organizada. Si no, o es mentiroso o es cómplice, o es vulgar chantaje. Es año electoral. Esta delincuencia busca ya, con “plata o plomo”, candidatos a alcaldes que entreguen luego tesorería, y direcciones de seguridad y obras públicas. Tarea oficial es el mapa de riesgos, y protocolos para candidatos vulnerables (no espiar adversarios, y líderes sociales o empresariales, como UIF hace); e impedir que las mafias roben decisiones democráticas que solo al pueblo corresponde. ¡Presidente: voltee y abra los ojos!