Orgullo guanajuatense: 95 años del “Rey de la Canción Ranchera”

Hace 95 años, nació en Dolores Hidalgo, Guanajuato, José Alfredo Jiménez, uno de los compositores más aclamados del País.

El autor de ‘Caminos de Guanajuato’, ‘El Rey’, y cientos de canciones que han marcado a generaciones, sigue presente en el día a día de los guanajuatenses y mexicanos, además sus letras han trascendido de entre artistas de toda América Latina durante décadas.

Por eso, este martes 19 de enero, celebramos su nacimiento en 1426, con 10 curiosidades del “Rey de la Canción Ranchera”:

  1. 209 es el número oficial de temas compuestos por José Alfredo Jiménez.
  2. Desde niño lo apodaban “Fello”, pero con el paso de los años también se ganó los apodos de “El Hijo del Pueblo”, “El Patrono de las Cantinas” y “El Parrandero Enamoradizo”.
  3. A los 18 años llegó a ser portero de Primera División en los equipos de futbol “Oviedo” y “Marte”. También fue mesero y abarrotero en la tienda de su Tía “Cuca”.
  4. Al “Parrandero Enamoradizo” le gustaba llevar serenatas con Chavela Vargas, decía que se entendían bien “de borracho a borracho”, aunque la gente no sabía si la novia era del guanajuatense o de “La Chamana”.
  5. José Alfredo confesó que durante sus borracheras hablaba con Dios, incluso declaró que su letra en “Las ciudades” es una oración.
  6. José Alfredo Jiménez no tocaba ningún instrumento, pero componía sus melodías con silbidos.
  7. Tuvo tantas musas como canciones, las cuales le inspiraban para escribirlas. Para su esposa Paloma Gálvez, con quien tuvo dos hijos, dedicó “Paloma Querida”.
  8. En uno de sus temas escribió “que se me acabe la vida, frente a una copa de vino” y así fue: el alcohol le causó la muerte debido a una cirrosis hepática el 23 de noviembre de 1973. Falleció en la Ciudad de México a los 47 años.
  9. Dos semanas antes de morir, dejó el hospital donde convalecía y fue a buscar a su hijo para festejar juntos los 18 años de José Alfredo Jr., cenaron pollo y jugaron dominó toda la noche.
  10. El autor nunca quiso ser enterrado en la Rotonda de los Hombre Ilustres, por lo que pidió que lo devolvieran a su natal Guanajuato y que en su epitafio se leyera “La vida no vale nada. José Alfredo Jiménez”.