04 Sep ¡No merecen abrazos, merecen la cárcel!
Es una frase que se escuchó ayer en el Segundo Informe de Gobierno del Alcalde de León, Héctor López Santillana, el primer Presidente Municipal reelecto en la historia del Municipio.
Hace alusión al discurso del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien todavía está en su faceta de candidato, culpando de sus errores al pasado, distrayéndose buscando poner la justicia a consulta, recordando a García Luna, mientras el País se hunde a sus pies.
Mientras cada día hay más muertes por COVID-19, ya van 66 mil; más víctimas del crimen organizado, 59 mil, y más víctimas de su negligencia, como los niños con cáncer.
Ante el panorama nacional es difícil imaginar que hay un lugar en México, donde los enfermos tienen una cama, medicinas, atención de calidad; donde los empresarios encuentran apoyo de su Gobierno para no cerrar y dejar en el desamparo a cientos o miles de familias.
Donde personas que perdieron su empleo por la pandemia encontraron uno temporal o incluso formal, donde las familias de escasos recursos son apoyadas con víveres, donde se puede caminar más tranquilo en calles iluminadas y monitoreadas por las autoridades.
Ese lugar existe, se llama León, Guanajuato, donde gracias a las finanzas sanas, la Administración de Héctor López Santillana pudo actuar de inmediato para aminorar los daños derivados de la pandemia.
En plena pandemia, el Ayuntamiento ya amarró 21 proyectos productivos por más de 200 millones de dólares, además, tiene buena relación con el sector empresarial que le permite alta recaudación de impuestos para la realización de obras en beneficio de los ciudadanos.
La piedra en el zapato para León sigue siendo la inseguridad, porque es una lucha que están emprendiendo solamente con el apoyo del Gobierno del Estado, la Administración federal lejos de apoyar, les redujo los recursos para Seguridad.
Y eso que en el Estado de Guanajuato se enfrentan dos cárteles, el Cártel Jalisco Nueva Generación y el Cártel de Santa Rosa de Lima, una lucha que persiste pese a la captura de José Antonio Yépez, cabecilla dedicado al robo de hidrocarburos, un delito que, por cierto, no han podido frenar ni Alfonso Durazo, Secretario de Seguridad Pública y Protección Ciudadana, ni AMLO.
El Alcalde afirma tajante que los delincuentes: “¡No merecen abrazos, merecen la cárcel!”, y el Ayuntamiento enfrenta el problema con más policías y mejor capacitados, equipamiento, videovigilancia, y reconstrucción del tejido social, con acciones como la integración de jóvenes a proyectos educativos y productivos, atención a las mujeres, pero es claro que mientras no haya una real y sólida coordinación de los tres poderes, las cosas no cambiarán de raíz.
Es lamentable que del lado federal los esfuerzos estén enfocados a la venta de cachitos para la rifa de un avión, al beisbol y a responsabilizar de los errores a la mafia del poder, que ahora está en las filas del Gobierno federal.