16 Oct “FRENAA”, ¿institucionalizarse o desvanecer?
Por: Juan Miguel Alcántara Soria
Un demócrata sabe que pasada una elección legal debe respetar el resultado, facilitar que el ganador cumpla sus propuestas, y convertirse en ciudadano vigilante de resultados, exigir transparencia, y rendición de cuentas; y construir escenarios futuros. Luego: esperar la siguiente elección.
La política facciosa -no del bien común de todos- del presidente López Obrador, provocadora, atizará en año electoral. Por su actitud -entendible, en parte, por el pasado: cargamos una cadena de agravios, decepciones, suspicacias, resentimientos y odios-, desde que asumió el poder, reabre a diario viejas heridas y las mantiene sufrientes, en lugar de evitar dolor evitable.
Por otra parte, la falta de funcionamiento adecuado de personas e instituciones encargadas de hacer frente a los problemas -incluidos partidos políticos- contribuye también a la desesperación y a querer desinstitucionalizar al país.
Por eso emergió, entre otros, el movimiento Frente Nacional Anti Amlo (FRENAA), que protesta por el país, y se apostó, no sin dificultades, en el Zócalo capitalino, reiterando que están en contra del desgobierno, y que exigen la renuncia del presidente. Pero sus líderes o voceros también incurren luego en odio y violencia verbal. Una actitud repulsa y crítica, con todos los riesgos que implican los antis.
A mí me enseñaron que no es recomendable darse por satisfecho con un anti. “El anti debe ser consecuencia de lo que uno es positivamente y, ya que uno es algo y define lo que es, enseguida deduce lo que no es ni quiere ser, por razón de lo que es”. Pero quedarnos en el puro “anti”, que es algo indefinido y peligroso, porque constituye una masa de maniobra potencial al servicio de quien la quiera manejar con habilidad.
“Ese paso de repulsa, e indignación moral, puede ser positivo y muchas veces lo es; pero se queda en la mera inquietud. Inquietud que no se hace certeza, es una inquietud que fácilmente se desvanece o se pervierte”.
Hasta ahora FRENAA no ha presentado propuestas concretas de solución, fuera de exigir la renuncia presidencial… ¿Y luego?.
“El reto pendiente es asumir o enriquecer el esfuerzo de búsqueda, de soluciones positivas; no contentarnos, inclusive, con ideales válidos; sino buscar la manera de encarnarlos en nuestra realidad concreta y para eso, junto con el ideal, necesitamos técnicas y conocimientos profesionales.
Hoy tenemos un desafío de sensatez, de objetividad, de sentido común y de cooperación social: ni obsesionados por el anti, ni indiferentes frente a la realidad; ni cobardes para ceder ante los chantajes, ni exageradamente temerarios para estar sosteniendo cosas que no son verdaderas, ni justas”, dice Efraín González Morfin.
No podemos negar los conflictos entre mexicanos, pero hay que cruzarlos para llegar a algo que no sea ya conflicto.
Esto lo olvida el presidente y hasta convierte el conflicto en un fin (hoy España, Vaticano, Austria); lo que le importa es atizarlo y considerar más favorable una situación cuanto más cargada de conflictos esté, sin admitir valores o criterios superiores a intereses en pugna.
Esto supone que por encima del conflicto existen criterios de equidad y de justicia capaces de resolver los conflictos.
Empecemos por postular para el adversario garantías mínimas de derecho (incluso para presidente y expresidentes); conservando difícil exigencia de respeto a las personas contrincantes.
Urge fortalecer el valor civil necesario para combatir el odio y defender proyectos de benevolencia mínima entre seres humanos. No puede concebirse la vida política y la estructura del Estado como un instrumento al servicio de un adversario contra otro, de una clase o grupo contra otros.
Evitemos salidas de corto circuito y de atajo, que solo van a complicar más la situación de México, que es muy problemática, y que es así porque no hemos hecho, ni de lejos, lo que debemos como ciudadanos: Fortalecer –o crear– instituciones y hacer que funcionen en resolver problemas… O la inquietud se desvanece.